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.Cuando Marsh hubo terminado, Jonathon Jeffers le miró despectivo. Bueno dijo al fin.Es fascinante.Quizá deberíamos llamar a la policía.Hairy Mike Dunne dio un respingo. Nada de eso.En el río, cada uno resuelve sus propios problemas  añadió, alzando la vara dehierro.Abner Marsh asintió. Este es mi barco, y no voy a llamar a nadie de fuera, señor Jeffers.Así eran las cosas en el río.Daba menos molestias pegarle un buen golpe al causante de losproblemas, lanzarlo por la borda y dejar que las palas terminaran con él.El viejo diablo del ríoguardaba el secreto. Y, sobre todo, no vamos a llamar a la policía de Nueva Orleans.No van a preocuparse enabsoluto por un bebe esclavo, y ni siquiera tenemos el cuerpo.De todos modos, son un hatajo desinvergüenzas y no iban siquiera a prestarnos atención.Y en caso contrario, ¿qué? Vendrían con suspistolas y sus porras, que son totalmente inútiles contra Julian y su grupo. Así pues, tendremos que arreglárnoslas por nuestra cuenta  murmuró Jeffers.¿Cómo? Sugiero que vayamos a por esos tipos, uno por uno, y acabemos con ellos dijo Hairy Mike entono amistoso. No intervino Abner.Supongo que Joshua puede controlar a los demás, pues ya lo ha hechoantes.El intentó portarse bien e impedir lo que sucedió anoche, pero Julian resultó demasiado para él.Sólo tenemos que librarnos de Julian antes de que anochezca.165  No será difícil insinuó Hairy Mike.Abner Marsh frunció el ceño. No estoy tan seguro.Esto no es como en las leyendas.No son tan indefensos de día.Sólo estándormidos y, si se les despierta, son terriblemente fuertes y asombrosamente rápidos, y no resulta fácilalcanzarles.Todo tiene que hacerse bien.Creo que podemos hacerlo entre los tres, así que no hace faltainvolucrar a nadie más.Si algo sale mal, haremos bajar a todo el mundo del vapor antes de queanochezca y nos situaremos en algún lugar río arriba donde nadie puede interferir, donde ninguno deesos tipos de la noche pueda llegar, en el caso de que tengamos que matar a alguien, aparte de Julian.Pero creo que esto no ocurrirá. Se volvió hacia Jeffers y le preguntó : ¿Tiene el duplicado de la llavedel camarote donde instaló a Julian? Sí, en la caja fuerte respondió el aludido, apuntando hacia la caja de hierro negro con el bastónde estoque. Bien asintió Marsh.Mike ¿con cuánta fuerza puede pegar con esa barra de hierro suya?Hairy Mike sonrió y dio unos golpecitos con la barra aludida en la palma de su mano.Se produjoun sonido sordo. ¿Con cuánta fuerza quiere que pegue, capitán? Quiero que le aplaste su maldita cabeza dijo Marsh.Y tiene que hacerlo a la primera, de unsolo golpe.No va a tener tiempo para un segundo intento.Si sólo consigue romperle la nariz, alsegundo siguiente ya le tendrá encima desgarrándole la garganta. Un golpe repitió Hairy Mike.Uno solo.Abner Marsh asintió, confiando en que el enorme primer oficial sería fiel a su palabra. Entonces, sólo queda un asunto más.Sour Billy.Es el perro guardián de Julian.Quizá estéadormilado en algún sillón del salón, pero sospecho que se despabilará enseguida si ve que nosdirigimos a la puerta de Julian.Así pues, no debe vernos.Los camarotes de la cubierta de calderastienen dos puertas.Si Billy está en el salón, entraremos por el paseo exterior.Si está fuera, entraremospor el salón.Antes de hacer nada más, debemos comprobar dónde está Billy.Es asunto suyo, señorJeffers.Tiene que encontrar a Sour Billy Tipton y decirnos dónde está.También tiene que asegurarsede que no ande merodeando por las proximidades.Si oye ruidos o jaleo en el camarote de Julian, o si seencamina hacia allí, quiero que utilice usted el estoque de ese bastón que lleva y que se lo hunda en suprecioso estómago, ¿entendido? Entendido asintió el sobrecargo, con rostro serio.Se colocó bien las gafas.Abner Marsh se detuvo un momento y miró intensamente a sus dos aliados: el sobrecargo,delgado y elegante, con sus gafas de montura de oro y sus polainas abotonadas, la boca tensa, el cabellopeinado hacia atrás con gomina, como siempre y, junto a él, el enorme primer oficial con su burdavestimenta y su rostro duro, sus modales toscos, sus ojos verdes intensos, vibrando ya con laperspectiva de una pelea.Abner Marsh pensó que formaban una pareja extraña, pero formidable.Resopló, complacido. Bien, ¿a qué esperamos? Señor Jeffers, vaya a enterarse dónde está Sour Billy.166 El sobrecargo se levantó.Regresó al cabo de cinco minutos. Está en el comedor principal, desayunando.La sirena debe haberle despertado.Está tomandounos huevos y pastelillos de carne, con una gran cafetera al lado.Está sentado en un lugar desde dondepuede observar la puerta del camarote de Julian. Bien dijo Marsh.Señor Jeffers, ¿por qué no va también usted a desayunar? Sí, creo que me ha entrado apetito sonrió Jeffers. Primero, denos las llaves.Jeffers asintió y se inclinó hacia la caja fuerte.Ya con las llaves en la mano, Marsh concedió unosbuenos diez minutos al sobrecargo para regresar al gran salón.Después, se puso en pie y dio un gransuspiro.El corazón le galopaba en el pecho. Vamos  le dijo a Hairy Mike Dunne, al tiempo que abría la puerta al mundo exterior.El día era cálido y brillante, lo cual le pareció a Marsh un buen presagio.El Sueño del Fevre avanzabarío arriba con toda placidez, dejando una doble estela de espuma ribeteada de blanco.Debían avanzar aunos dieciocho nudos, pensó Marsh, y con la suavidad y elegancia de los modales de un criollo.Sesorprendió preguntándose qué tiempo haría hasta Natchez, y de repente deseó más que cualquier otracosa estar arriba en la cabina del piloto, contemplando el río que tanto amaba.Abner Marsh tragósaliva y parpadeó para evitar que le cayeran unas lágrimas, sintiéndose enfermo y cobarde [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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